Recuerdo un día de mi niñez, en donde estaba paseando en los campos más verdes que haya visto… eran como la esperanza que recorre mi rostro en las noches más turbias que tiene la primer sucursal del hades. Cuando de repente escuche bocinazos distorsionados en el aire. Era un niño conduciendo un Fiat 1 rojo, con las balizas aun resplandecientes, ese niño tubo la primera sonrisa después de 100 años. Ya que, muchos de los habitantes habían perdido a sus seres queridos en una tarde febril. Entre las copas de la arboleda, mientras el sol se eclipsaba por las miles de vacas irlandesas, en ese día, el pueblo no vio nada blanco, solo el vestido de Marilyn Monroe…
Entre todo eso, atine a mirar hacia la represa, en donde mis abuelos dibujaron un corazón, sobre la virgen manta que cubría el agua del manantial, en el cual las miles de almas que habían desaparecido hace tantos años, volvieron a la tierra que los vio nacer, llenas de furia, como si fueran vientos huracanados, con el objetivo de que haya una nueva babilonia, se sumergieron a ese espejo natural, del cual emergió Poseidón, con gran fuerza se habrá levantado unos 5 metros, cosa rara, parecía un tsunami, pero no era un mar ni un rio si quiera, solo un par de hectáreas llenas de esperanzas y de recuerdos…
Luego cayó al suelo, quebrajando cada centímetro de tierra, hasta inundar ese pueblo, hasta que las lágrimas y llantos añejos, se unieron a la llegada. Entre ese viento épico, casi extraterrestre solo flotaban los cuerpos heridos y resucitaban los corazones rotos, y aun se lograba ver a ese papa Noel tan prematuro.
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