jueves, 5 de abril de 2012

La muerte también tiene fiolo

Un hombre, una caja de vino vacía, otra y otra. Unos ojos que piden a gritos la vida, unas manos temblorosas. El hombre en el suelo, las sirenas, la gente, dos horas desperdiciadas en la guardia


Dos horas desperdiciadas, cuatro litros de vino que no se terminaron. La casa fría, los encuentros que no se darán. Los muebles que lloran y besan los pasos se aquella mujer, la mujer que aun espera ser acariciada en la tierra copas que mueren en manos del hombre, la sangre que busca a la mujer.

La sangre que huye, el baño, un botiquín, las lágrimas que descansan. Un teléfono, los avisos del diario, mujeres preciosas, confusión. La galería que se llenaba de polvo a las sonrisas que aun estaban vivas, cuadros con imagenes, imagenes que se borran entre el cajón y el viento.

El viento que saca a pasear las canciones que oyeron las paredes, los ruidos que aturden, las marcas en el asfalto. Tacos que se hunden, la tierra que se lastima,  el timbre que suena, alguien que aguarda en la puerta, los perros que ahullan y la puerta timida.

El silencio, una invitacion, las alajas, el campanario que llora la partida, unos ojos, otros ojos, las prendas que caen, el cinto que se afloja. La cama, la plata, el alma que se guarda en la billetera, la cartera que la oculta.

El picaporte helado, la mirilla asombrada, los ultimos botones que se prenderan. La bocina,los tacos, el jardin herido, la ahuja,, el veneno, un hombre en la cama, los ojos que miran pero no ven el cielo.

Dos hijos, cuatro nietos, dos cajones, un funeral, el silencio, el coro de lagrimas, el barro que entre con botas que traen dolor, de nuevo las huellas y tantas mucamas que las borraran.

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