jueves, 5 de abril de 2012

La vida se amamanta mientras la esperanza gatea



Un argentino, un fin de semana, las invitaciones, la alarmas que no fueron desactivadas, el asado arrebatado, los hijos que lavan su auto, la mujer que prepara la ensalada, los padres, los abuelos, los tíos. El vino, el jugo , charlas que aburren, el postre, el partido, los gritos, las puteadas, los UUUUHH! , los AAAAAAAAAAAAH!

Un pequeño, una idea, un reclamo, un cinto que golpea, las lágrimas que se extinguen, la primaria que acaba, la secundaria que atormentan, las compañeras, las curvas, las erecciones vergonzosas, las bromas brutas, una novia.

Las visitas a escondidas, las noches, los amaneceres, una llamada, un remis, el camino, el dinero, la rutina, las farmacias, los forros, las pastillas. Los examenes reprovados, el sermón de los padres, otro cintaso, otra sonrisa, un dolor que murió

Un titulo, un regalo, los festejos, los boliches, el alcohol, la novia que regaña, las aspirinas, el vomito y la resaca por la mañana. La universidad, la ruta, el hogar, la comida, la cama, el camino, la universidad...

Seis Aniversarios, cien regalos desinteresdos, mil regaños, seis navidades entrenando en el patio de la luna, el altar, un velo que se levanta y dice "SI ACEPTO". La casa nueva, el auto viejo.

El trabajo, el camino, la casa, el almuerzo, la siesta, el camino, el trabajo y las putas de vez en cuando. Las vacaciones, el regreso a casa, la ropa en el lavadero, la cena mas rica, los abrazos, las  sonrisas y el sexo desenfrenado.

Las nauseas, los desmayos, el test que da positivo, la primer ecografia, sus latidos, el cuarto que se llena de juguetes, la ropita. Seis meses, cien juguetes, mil sueños, un control, un desmayo en el camino, el acelerador que no se despega del  suelo, la camilla, la sangre, el doctor, el NUNCA que mata al vientre, el nudo en la garganta, el silencioso llanto del quirófano, el esposo que llora, los ojos que perdieron el MAÑANA.

El llanto muerto invade la habitación, los juguetes nunca jugaron, los sueños se perdieron en el quirófano, por las noches, Mario llora a cuatro vientos, busca el seno de su madre, pero la tierra y la madera no lo dejaran mamar, busca pasear junto a su padre, pero apenas puede oír con tantos tubos, con tantos aparatos a los que esta conectado.
Claudia llora, su madre la consuela, pero ya son pasas no tetas. El padre no la pone en sus brazos y la consuela, porque el pavimento y el auto no lo dejan mover.
Ahora solo gatea la esperanza, solo se amamanta al día y se lo adormece al mañana con sonrisas y mañas que se van perdiendo como la oscuridad antes del alba.

La muerte también tiene fiolo

Un hombre, una caja de vino vacía, otra y otra. Unos ojos que piden a gritos la vida, unas manos temblorosas. El hombre en el suelo, las sirenas, la gente, dos horas desperdiciadas en la guardia


Dos horas desperdiciadas, cuatro litros de vino que no se terminaron. La casa fría, los encuentros que no se darán. Los muebles que lloran y besan los pasos se aquella mujer, la mujer que aun espera ser acariciada en la tierra copas que mueren en manos del hombre, la sangre que busca a la mujer.

La sangre que huye, el baño, un botiquín, las lágrimas que descansan. Un teléfono, los avisos del diario, mujeres preciosas, confusión. La galería que se llenaba de polvo a las sonrisas que aun estaban vivas, cuadros con imagenes, imagenes que se borran entre el cajón y el viento.

El viento que saca a pasear las canciones que oyeron las paredes, los ruidos que aturden, las marcas en el asfalto. Tacos que se hunden, la tierra que se lastima,  el timbre que suena, alguien que aguarda en la puerta, los perros que ahullan y la puerta timida.

El silencio, una invitacion, las alajas, el campanario que llora la partida, unos ojos, otros ojos, las prendas que caen, el cinto que se afloja. La cama, la plata, el alma que se guarda en la billetera, la cartera que la oculta.

El picaporte helado, la mirilla asombrada, los ultimos botones que se prenderan. La bocina,los tacos, el jardin herido, la ahuja,, el veneno, un hombre en la cama, los ojos que miran pero no ven el cielo.

Dos hijos, cuatro nietos, dos cajones, un funeral, el silencio, el coro de lagrimas, el barro que entre con botas que traen dolor, de nuevo las huellas y tantas mucamas que las borraran.